martes, 10 de diciembre de 2019

Día de pelu

No sé si lo había dicho, pero dos de mis hijos me salieron un poco pachuchosos, así que entre ambos se empeñan en hacerme conocer todas las entradas del vademécum. Yo suelo bromear con que gracias a ellos, si decido estudiar medicina, enfermería o farmacia, me convalidarían la mitad de las asignaturas solo con presentar sus informes médicos.
Que tiene que ver esto con la peluquería, pues mucho. Hace unos años a Chulopiscinas le tuvieron que tratar una enfermedad auto inmune con quimioterapéuticos. Aunque la dosis era pequeña, estuvo recibiendo pinchazos semanales durante año y medio, con los consiguientes efectos secundarios que conlleva, como vomitos, malestar, pérdida del gusto, etc, sumados a los problemas asociados a su enfermedad. El pelo se le puso pajoso y aunque apenas se le cayó, tenia un aspecto lánguido y carente de apresto y brillo. Así que el día que termino el tratamiento dijo, no me lo volveré a cortar y a fecha de hoy tiene una melena preciosa casi hasta la cintura que lleva a muchas personas a confundirle con una niña.
Buenitonto que imita a su hermano en todo lo que hace como si de una fotocopiadora se tratase también ha intentado dejarse el pelo largo. Y digo intentado porque no es el mismo tipo de cabello, mientras uno lo tiene lacio y fino el otro lo tiene fosco y grueso, mientras uno es cuidadoso y se lo arregla cada segundo, el otro parece que lleve un mes durmiendo en la calle y que los peines le den alergia, mientras uno tiene una frente que parece propia de un vampiro y es fácil darle forma al pelo, el otro tiene literalmente dos dedos de frente y el pelo le nace sobre las cejas y le cae sobre la cara impidiéndole la visión... en resumen, a uno le queda bien, al otro no le puede quedar peor.
Mi padre se muere y lo sabe, pero lo lleva con una actitud que ya la quisiera para mí. No puede luchar contra su enfermedad, así que se aprovecha de ella. Así que después de años de discutir con mis hijos  porque no le gusta su peinado “tan poco masculino” decidió aprovecharse de sus circunstancias: “No me gustaría morirme sin veros con el pelo corto”. Y Buenitonto, pese a no querer cortárselo accedió.
Así que, respetando los deseos del abuelo y antes de que pueda cambiar de opinión nos vamos a la peluquería, la primera que encontramos para que no haya arrepentimientos. Solo hay una mujer dentro del establecimiento, paseando de un lado a otro como un animal enjaulado. Al vernos entrar se detiene y nos dedica una sonrisa que da bastante miedo. No puedo dejar de mirar su nariz que me recuerda a la de Fofó, pero en su caso no es de látex, pero si parece un circo.
Su primera víctima será Buenitonto, porque no quiere que se raje, ya que Chulopiscinas tiene clarísimo que como mucho las puntas y CoMALdreja lo llevaba bastante corto y no tiene muy claro qué esperamos de ella.
Antes de empezar y para que no den guerra les pone una peli en una televisión que hay junto a los espejos. No tengo muy claro cuál es su criterio, pero se decanta por una especie de matanza de Texas versión anime, con una ración extra de chasqueria. Antes de un minuto, yo, que soy una gran aficionada a las pelis de terror, no puedo soportar tanta sangre y belicismo, así que me vuelvo a la señora y le digo:
- Perdone soy bastante estricta (Algo totalmente cierto) en lo referente a los estímulos que reciben mis hijos, no les dejo ver dibujos con tanta carga violenta”
- No hay problema. -Coge el mando a distancia y cambia de emisora para poner a Pocoyo y a Dora la exploradora. (Tampoco hay que pasarse, que no tienen dos años)
Y así, a ritmo de “el mapa, el mapa, el mapa, el mapa” veo la melena de mi hijo mediano desaparecer de su cabeza para alfombrar el suelo del local.
- Un poco más, que al abuelo le gusta más corto.
- Voy a tener que cobrar a tu madre el doble, porque es como si te hiciera dos cortes.
- O la mitad, por hacernos perder el tiempo (Nit cállate que la vas a liar, grita mi cabeza), porque el niño le ha dicho desde el principio como lo quería.
 Siguiente cliente:
- Lo quiero con máquina, por arriba al 9 y por abajo al 7-. Le indica mi pequeño funcionario.
- Uy, eso es muy corto, que te vas a constipar- réplica, cortándoselo como le sale de sus extrañas narices.
 El último participante se sienta en el sillón
- Corte solo las puntas, por favor.
- Pero no se va a notar
- No quiero que se note, solo quiero saneármelo.
- Pues haberlo dicho
 Y acaba cortándole un palmo y medio porque, como buena peluquera, su Concepción de dos dedos es diferente al del resto de la especie, de forma que en vez de medir en vez de en horizontal es en vertical.
- Pues ya hemos terminado, pase por caja...
- No-. La interrumpe CoMALdreja. -Corteme a mí lo que le ha faltado a mi hermano.
- ¿Más corto?
- Mas corto, más corto -brama imitando al dibujo de plastilina.

Salimos de la peluquería con 30€ menos (menudo robo) y tres niños con un corte de pelo proporcionado a su edad: el mayor una melena aún bastante larga, el mediano con una longitud de cabello lo suficientemente larga como para que aún le pudieras agarrar si se cae de un barco (siempre me ha encantado la expresión y el origen de salvarse por los pelos) y el pequeño, cuyo rapado, unido a su extrema delgadez porque comer le da pereza, parece recién salido de Auschwitz.