martes, 20 de julio de 2021

Cicatrices de una presentación vacía

Si echo la vista atrás, son prácticamente inexistentes los veranos que he pasado en Madrid. Me las ingeniaba para juntar días o cambiar turnos, estar superembarazada (y de baja) y así estar fuera de la capital
Generalmente me pillaba en la playa o en esa pequeña aldea que vio nacer y crecer a mi padre y que tal día como hoy celebra las fiestas de su patrona
Hace tres años fue una maravillosa excepción. Los niños estaban de campamento, mi perra con mis padres y a mí me tocaba currar. A la salida busque el fresco entre los árboles del Retiro, sin importar la hora y que sus puertas estuvieran cerradas (si los que van al Florida pueden entrar, yo también). No tenía miedo, es posible que nunca me haya sentido tan a salvo…
Sentada en las escaleras de El palacio de cristal se hizo la magia, los sueños fueron reales, me sumergí de cabeza en una dimensión alternativa de esas que solo existen en las películas
Tenía libros nuevos, que en realidad eran viejos. Un ser de luz masajeaba mis pies, que permanecían descalzos ya que en realidad eran aletas y yo una sirena. Un pato hocicaba a mi alrededor y me advertía sobre un monstruo que vivía en el lago. Y convertía en tóxica el agua que le servía de hábitat “Si me lo pides, saltaría por ti” dijo una voz que sonaba al canto de los que guardan el muro. “Al fin y al cabo soy tu don quijote e incluso ante un auditorio vacío, actuaría para ti”
Unos franceses se piden matrimonio, con anillo y rodilla en el suelo. “No puedo llevarte ahora a Paris, pero si a una librería donde puedas hacer pis” Cyrano habla en verso, pero su nariz no es enorme, apenas se ve, pues la esconde, junto con unos labios oscuros, casi negros. Pero es hermoso en todos los aspectos
El parque ha desaparecido, no recuerdo haberme movido. Un caballero con su armadura y su yelmo preside una biblioteca que se extiende por kilómetros. Me invita a mirarle a los ojos y están llenos de sabiduría, de secretos, de lágrimas y tristeza, de boletines de notas sin recoger, de listas y un nieto que era su vida.
Me agacho en busca de una puerta secreta, escondida entre los libros, una habitación escondida donde refugiar a los prófugos que preferían vestir de rojo, que hablaban de Libertad, que no servían a un Dios
El oráculo se ofrece a vaticinar mi futuro, o tal vez se lo pedí yo. Espadas, siete; la rueda de la fortuna, la muerte… no le permito seguir
Hablo sin parar porque estoy nerviosa, porque siento la humedad que desprenden las paredes; todo se llena de caracoles, más de los que había visto en toda mi vida juntos.
Dejo caer el telón para señalar cada herida, cada marca, para pedir ayuda y salir de un ascensor cuya puerta no abre.
Por cada cicatriz una tirita de seda, apenas perceptible. Al terminar parezco una momia con una gasa que le envuelve.
No hay distancias, no hay más sonido que el de un único corazón que ha gestado un embrion del que ya nunca podrá desprenderse, no hay luz aunque se vea todo…
Se rompe el silencio para contar hasta 10, aunque si hubiera sido por mí no habría pasado de dos. Y al terminar todo tiene sentido. La princesa tiene nombre, los esqueletos son los buenos porque montan en panteras moradas, el amanecer y el mar son en realidad la misma cosa.
Y no sé si nado o vuelo, pero no hay suelo a mi alrededor. Quiero aferrarme a una tabla pero me rechaza, es ella quien me sujeta a mí, hoy solo toca estar en el espacio. Ya habrá tiempo para domar al lobo o dejarlo correr libre. Ya habrá tiempo para semáforos y musas. Ya habrá tiempo para discusiones tontas y limpia fondos de piscina. Ya habrá tiempo para rio bar cuchillos y habitaciones de naves espaciales. Ya habrá para comidas piratas y masajes con rodillo. Hoy solo estás tú
Te equivocas joven Jedi, yo estoy porque estás tú, porque me creaste, me sacaste del mar y me diste forma. Mi corazón late porque tú lo situaste ahí. Mis dedos se mueven porque se crearon para rascarte, mi sexualidad existe porque tú así lo imaginaste. Soy producto de tu imaginación, soy como tú quisiste que fuera. Y viviré mientras tú vivas, porque yo vivo dentro de ti
Un azote me devuelve a la realidad, aunque la realidad nunca volverá a ser la misma y regreso al coche que no recordaba haber traído y pongo rumbo a una casa que no siento como un hogar, no sin antes decir un sueña bonito

domingo, 11 de julio de 2021

Escribir sobre lo que quieres...

 Las últimas entregas las he compartido también en Facebook, es algo que inicialmente me negaba a hacer por miedo a herir sensibilidades. Lo que aquí digo son cosas que yo siento y pienso, no implican que sean verdad, son el resultado de mi enfermedad, mis vivencias, mis errores y tal vez algún que otro acierto, si es que lo ha habido. 

El ángulo desde el que se perciben las cosas cambia mucho la realidad, lo que yo veo, no tiene por qué ser lo mismo que tú ves, aunque estes en la misma sala, por ejemplo no te ves a ti mismo y lo que crees percibir de ti, no suele coincidir con lo que recibe el otro 

Durante una temporada trabaje en un proyecto de mujeres gitanas, este, junto con mi labor en prisión como profesora, han sido los mejores empleos que he tenido con creces. En aquella época aprendí muchas cosas, me desprendí de muchos estereotipos y me reí hasta que se me saltaron las lagrimas. Mi labor era la alfabetización de esas mujeres, tanto en materias escolares como digitales, así como sembrar la perspectiva de genero e igualdad en ellas. A decir verdad, no sé si aprendieron mucho, pero yo descubrí miles de cosas diariamente. 

Muchas cosas de su cultura me chirriaban un montón, cosas que para ellas eran las más lógicas, con mis vivencias me chirriaban; de igual forma que a ellas les chirriaba lo que yo les contaba en varias ocasiones. Una de las cosas que más me llamaba la atención era el luto. A grandes rasgos, el luto lo llevan por familiares cercanos y dura en función del parentesco y del dolor, esperandose, en el caso de las viudas, que éste se prolongue por siempre jamás. El luto es mucho más estricto y duradero entre las mujeres que entre los hombres. Ellas han de vestir el negro, no pueden ver la tele (ni ningún miembro de la familia si ella esta en casa), no pueden entrar en bares, escuchar música, no puede hablar con hombres con los que no sea familia, etc. Es mucho más complicado de explicar y trae consigo más directrices de las que ahora no me acuerdo exactamente. Si no respetas el luto, se puede decir que te echan de la comunidad y del templo. 

Este caso en cuestión me sirvió muchas veces como ejemplo, tonto con mis Romis (mujeres gitanas) como con otros colectivos.  La batalla que empleaba venía a ser algo así "Amparo acaba de enviudar, tiene un hijo de dieciséis y uno de catorce, ambos solteros. Como es de esperar cumple religiosamente con todos los mandatos de su cultura. Sale, solo lo imprescindible, a comprar el pan y lejía (que nunca puede faltar en una casa gitana), la mayoría de las cosas se las traen los chicos o las vecinas, pero ese dia en concreto las vecinas más allegadas se han ido a vender a unos de los mercadillos de la zona y como lo que necesita son compresas (jamas tampones o copas vaginales, válgame el señor) no se lo va a pedir a ninguno de sus dos varones. Así que sale al supermercado, en ese tiempo un joven del barrio, con su coche impecable, ha ido a buscarla a su casa, para encontrarla a un par de manzanas más lejos. Se detiene junto a ella sin apagar la música y le dice que su hijo el Antonio, se ha metido en una pelea y le han dado una paliza. Posiblemente Amparo montara en el coche y acompañara al joven en la búsqueda de su hijo, acaba de perder un marido no puede perder un hijo....

Hasta aquí todo normal, mas o menos, pero Sagrario no se ha ido a vender porque tiene a la niña mala y se ha quedado con ella, desde la ventana presencia la escena. Si le preguntas que ha visto dirá a Amparo en la calle (es cierto), a Amparo hablando con un hombre, pese a estar de luto (cierto), a Amparo oyendo música (a todo volumen desde el interior del vehículo) y probablemente a Amparo marchándose con ese hombre (al rescate de su hijo). Realmente todo eso ha ocurrido, pero dentro de un contexto que es tan importante como los hechos en sí. 

A qué viene esto, pues eso, que lo que yo entiendo por verdad carece de toda la información y lo que digo aunque no se incierto posiblemente no se ajuste a lo que otros protagonistas podrían haber vivido.

Como decía, desde hace un tiempo, decidí compartir lo que escribo en las redes, arriesgándome a las criticas, a poder ofender a alguien, pero con la esperanza de que aquellos que solo ven a una viuda de luto subirse en un coche con un hombre, sepan el motivo por el que lo hago. 

Ya me centro. A raíz de compartir en Facebook mi blog, un viejo amigo mostró interés por el tema y le respondí con toda la sinceridad del mundo no te va a gustar, porque realmente creo que así será. Hace muchos años que no nos vemos, era muy amiga de su mujer y su hija, pero sobre todo suya. Es el unico amigo que conservo de mi época en Zaragoza, pero un comentario fuera de lugar (por una vez no fui yo) y demasiado orgullo por parte de los dos nos distancio todos los kilometros que separaban las dos provincias. Aun así seguimos en contacto, alguna vez intercambiamos una llamada o un mensaje, pero ni ellos han vuelto a verme y ni yo he regresado a la ciudad maña. Pero la imagen que tiene de mí es de una mujer alegre, que puede con todo, que cuida de todos, siempre sonriendo, siempre positiva. Lo que puede ver por aquí no es eso. Y posiblemente prefiera que no lo vea. 

Tuve la suerte de asistir a la presentación de uno de los libros de un escritor excepcional (López Guisado), he asistido a tres pero solo a una de forma presencial, concretamente de su "Orgia sin mí" y en un momento dijo que las Anas siempre han tenido un papel fundamental en su vida, lo cual me hizo mucha ilusión, ya que mi nombre real es Ana; así que durante un tiempo fantasee con la idea de convertirme en una de esas Anas, tal vez incluso merecedora de algunas lineas, aunque fuese en el papel de su mayor grupie (que creo que lo soy, porque no creo que haya muchas personas que posean toda su obra y la hayan leído varias veces). A mí me pasa algo parecido con los Fernandos, Mi vida, está plagada de ellos y todos me han dejado una huella especial, como este mañico del que os hablaba, como el chavalin con el que tonteaba en los campamentos, como mi mejor amigo (mi persona), como el poeta...

He estado unos dias sin escribir, en parte porque la marcha de mi madre me desestabilizo una barbaridad, en parte porque no quería que mi viejo amigo viera que no quedaba ni una sombra de aquella chica que una vez fui. Alguien cercano a mí me dijo, no escribas de lo que te angustia, escribe de lo que quieres. Así que no puedo hablar más de mí, porque no me quiero en absoluto (cómo espero que los demás lo hagan si yo soy incapaz de ver nada bueno en mí)

Quiero muchas cosas, la primera de todas a mis hijos (aunque me meta con ellos y me cansen), a mi hermano (aunque nos hayamos distanciado un poco, cosa que parece estar limándose un poco con el ingreso de mi madre), al hombre al que amo y que no sé si alguna vez me amo (y que estoy segura que seguiré venerando hasta que sea pasto para las cabras), a mis padres (aunque ya no estén ninguno de los dos, porque de mi madre solo queda el cuerpo), a mis amigas (en femenino porque son mayoría), a m is primas (algunas casi hermanas, la mayoría buenas amigas), a los libros (que siempre están ahí), a Dunita (no sé cómo superare tu perdida) y al agua, en todos sus formatos, principalmente como mar o como lluvia

Hoy, después de tanta corrala quería dedicar un recuerdo a mi padre, un hombre al que nunca entendí ni me entendió, un hombre al que no valore hasta que empezó a difuminarse. 

Mi padre fue pastor, vivió en el pueblo hasta muy mayor y creo que realmente nunca se fue de su aldea. Asumió que él era un "cateto" y aunque valía mucho más que cualquiera que haya conocido, siempre se sintió inferior. Pero de una forma sana, no como yo, sin flagelarse ni martirizarse, asumía lo que era y se sentía orgulloso de sus Orígenes humildes; no soñaba con riquezas ni grandilocuencias. Daba igual su poder adquisitivo, siempre desayuno sopas de pan con leche, lo cual compartía con mi perra; su comida favorita eran las patatas, independientemente de como estuvieran preparadas; no compraba ropa nueva a menos que se le rompiera la vieja... No es que fuera un tacaño, solo no sentía la necesidad de gastar ni de aparentar.

Ayer, estando en casa de mi madre, me cruce con un vecino, uno de los pocos que quedan de cuando yo vivía en el bloque. Al saludarle emplee su apellido, como siempre había hecho hacer a mi padre, porque todos era "Gallego, Bueno, Lastra, Ibañez..." y me di cuenta de que no conocía el nombre propio de ninguno. Y cerré los ojos y me rememore cuando subía la escalera con mi padre y nos cruzábamos con cualquiera de ellos y estos empleaban su nombre de pila para darle el buenos días. 

No sé si es porque mi padre tenia un nombre de esos que pueden ser apellido, como Clemente, Bartolome, Martin, Andres... y los vecinos pensaban que ese era su linaje; o porque el era así, un hombre sencillo, que vivía en uno de los barrios más caros de Madrid, pero que no quería ser un señor, solo ser él, el hombre que estaba orgulloso de haber sido pastor, de haber sido hortelano, de trabajar en un mercado, de haber dejado la escuela a los 6 años y aun así haberse leído todos los libros que había en el pueblo y todos los periódicos que caían en sus manos (todas las paginas, todas las lineas, desde los titulares a las esquelas, pasando por los anuncios y la cartelera); que iba al Rastro todos los domingos solo porque le gustaba el ambiente; que se arreglaba sus zapatos porque habría querido ser zapatero...

Ojalá hubiera pasado más tiempo contigo y hubiera escuchado tus enseñanzas, me habría ahorrado muchos disgustos y errores, y habría conocido a ese pequeño gran hombre que siempre fuiste.



jueves, 1 de julio de 2021

Demasiado tarde para mí

 Ingresamos a mi madre en una residencia hace tres días, desde ese momento he pasado casi todo el tiempo metida en la cama llorando a moco tendido dentro de la cama sin levantarme mas que para ir al baño y sacar a mi perra, obligando a mis hijos a preparar la comida y la cena. A decir verdad llevo ya esos meses, tres,  llorando sin parar por todo lo que voy perdiendo debido a mi forma de ser. 

Hoy me tocaba terapia, me gusta mi psicólogo me ayuda a ver las cosas desde otro ángulo y no duda en quitarme la razón cuando no la tengo, ponerse duro si tiene que hacerlo y regañarme por tratarme tan mal a mí misma. Intenta que me quiere, que no me flagele constantemente, que intente ver algo en el vaso y no solo el vacío. Entre muchas de las cosas que hemos hablado (hoy menos que de costumbre porque era incapaz de cesar el llanto y no me sentía muy comunicativa) me ha dicho que tengo un serio problema para mantener una relación normalizada (no ha empleado exactamente esas palabras), que estoy tan acostumbrada a sentirme inferior, que generalmente me pongo en una posición de servilismo, en el que el otro es un semidiós y yo poco más que una cucaracha. En el raro caso en el que el otro me trate bien, volteo los papeles y actuó como una tirana. Hay una frase que me encanta decir "tiremos juntos del caballo", pero a la hora de la verdad o soy yo la yegua o me tumbo en el carro a la bartola. 

Supongo que la gente que me rodea está tan cansada de vivir esto, que prefieren mantener las distancias porque me ven como una persona tóxica. A nadie le gusta tener a tu lado a una persona que se autohumilla constantemente, igual que no gusta que te hagan sentir inferior. 

Otra de mis grandes frases es "si te dicen eres mierda de forma continua, acabas creyéndote mierda y siendo mierda". Yo soy la primera que me digo cosas así, por lo que cuando intento levantarme un poco la moral no me lo creo, y si proviene de otro, siento que me está tomando el pelo, nadie puede ser tan imbécil como para ver algo bueno en mí. Aunque la idiota soy yo por decirme estas cosas y por consiguiente la profecía se cumple, soy más tonta que el creador de las coles de Bruselas (quién pudo inventar esa abominación de la naturaleza)

Me estoy desviando. Mi discurso es incluso más caótico que lo habitual.

Cuando mi padre enfermo, en uno de sus ingresos, tuve una movida tremenda con mi hermano. Tenemos un poder notarial firmado por ambos progenitores, que nos capacitan para decidir por ellos, fue una idea fraguada entre la facción masculina de la familia y aceptada por las féminas, ideada ante la perspectiva de que la cabecita de mi madre se perdiera dentro de la nada 

Me estoy volviendo a perder

Mi padre ya tenia metástasis en varios órganos. Se había negado a quitarse el estomago y en su lugar le habían puesto ya dos stents (especie de muelle que abre los conductos obstruidos) y volvía a tener cerrado el piloro. Cada operación suponía una perdida enorme en su calidad de vida, cada ingreso una gran desorientación no recuperable, tanto para él como para mi madre que se queda sola con una interna que no nos termina de convencer, pero a la que no podemos cambiar porque la nueva requiere una acompañamiento en la adaptación que no podemos hacer debido a las constantes entradas y salidas de mi padre del hospital

Se nos plantea la posibilidad de una tercera intervención y mi hermano, mucho más racional y practico que yo, opina acabar con la agonía. Yo, en mi afán de salvar el mundo, prefiero consultarlo con el interesado que al fin y al cabo es el que más sufre. Su decisión es seguir viviendo, tiene que cuidar de su mujer. 

Entonces estalla la bomba, sin mi firma, mi hermano no puede decidir. El agotamiento y la desesperación le ciegan, hasta el punto de intentar incapacitarme por loca y así tomar el las decisiones de forma unánime; por suerte su esposa le ayudó a ver que eso implica incapacitarme para todo, incluido el cuidado de mis hijos, que recaería sobre ellos. Quiero pensar que él solo habría recapacitado. 

En ese momento se produjo una ruptura entre nosotros, que aun hoy sigue sin soldarse. A mi padre le operaron, mi hermano no pasó por el hospital los diecinueve días que estuvo ingresado lo que me llevó a hacer encaje de bolillos para poder dormir en el hospital y no desatender a los niños, lo que suponía no dormir, comer mal y arremeter contra quien entonces consideraba mi pareja. 

En ese momento, por imponer mi criterio, o el de mi padre,  hice muchas promesas, como que seria la ultima vez que lo operarían (si había una cuarta, firmaría la sedación); como que se acabarían las internas, mi madre viviría conmigo sin que eso supusiese ningún agravio para él (lo cual no le hacia ninguna gracia, ya que pensaba que lo mejor era una residencia especializada en Alzheimer) mientras yo me mantuviese estable y tomase mi medicación de forma regular; como dejar que él tuviera la última palabra en las decisiones relacionadas con los vienes de mis padres (quería alquilar mi vieja casa a alguien por quien saltaría al fuego y su respuesta ha sido no)

No hizo falta otra cuarta operación, el cáncer tan extendido, combinado con el Covid, pudieron con él. Murió solo en una hospital para terminales, rodeado de un personal maravilloso al que no podía ver la cara por el traje de astronauta que llevaban. Murió solo porque no tuve el valor de eutanasiarle como me invitaron a hacer los que me trajeron la morfina y le pusieron el catéter, en el que durante varios días le administre calmantes cada dos horas. 

Fui yo quien le acompañe a todas horas durante sus últimos meses, pero sus últimas palabras fueron para mi hermano ("Cuida de él, va de fuerte por la vida, pero le da miedo todo") y para mi madre ("No la dejes tirada como a un perro, no se lo merece")

Hace ya unos meses, que parecen siglos para mí, mi castillo de naipes empezó a derrumbarse, clausuraron el proyecto en el que trabajaba, otra amiga decidió hacer lo que yo no soy capaz de hacer, defraude tanto a "mi persona" que me bloqueo en todas las facetas de su vida, perdí a la persona con la que soñaba envejecer, mis hijos empezaron a revelarse por el poco tiempo que les dedicaba... todo eso unido a la perdida de control de esfínteres de mi madre, la necesidad de darla de comer en la boca, su dependencia total y absoluta hacia mi persona, etc. Que empece a hacer aguas a lo bestia. Puestos a empeorar las cosas, empece a beber (solo cerveza, pero incluso para tomar la medicación, la cual tomaba cuando me acordaba o la tomaba más veces de la cuenta porque no recordaba si la había ingerido o no o el día de la semana a la que estabamos)

Lo desatendí todo obsesionándome por recordar a quien yo había echado, en un intento de convencerme de que aunque hayas volado algo por los aires, si lo deseas muy fuerte volverá a la normalidad. Evidentemente no se arreglan las cosas deseando que así pase, no se recompone un plato roto porque le des un besito, no puedes encontrar un diamante que has dejado caer en mitad del océano, no puedes convencer a nadie de que te quiera cuando tú misma sientes asco por ti. 

La gente de mi entorno, cuando veía mi declive, decían "llévala a una residencia, estará mejor". Yo oía "no eres capaz ni de cuidar a tu madre.

No he sido capaz de cumplir la voluntad de mi padre; me digo que lo he prolongado todo lo que he podido (debería haber hecho más) y es verdad que este virus a jugado en mi favor ya que la idea de una residencia se ha sido inviable durante varios meses; pero no me lo creo ni yo

Me digo que lo hago por mis hijos, que ya no podían vivir esta situación más tiempo, sin poder salir, sin ir a ningún sitio, sin dormir por las noches como es debido, sin padre ni madre que les hiciera caso... Me digo que es lo mejor para mi madre, que no tiene que aguantar mi mal humor, que no tiene que escuchar las continuas discusiones de los niños, que no tiene que ir corriendo a todas partes para acompañarme en mi día a día, ya que no me atrevía a dejarla sola ni un segundo... Me digo que si mi hermano hubiera compartido la carga yo no habría estado tan cansada... Que si tuviera pareja no me habría dejado precipitarme al vacío...  Da igual lo que me diga,  en el fondo sé que lo que es la misma mierda de siempre, busco responsabilidades en factores externos en vez de asumir mi culpa y mi incapacidad para hacer nada bien. 

Fer, mi Fer, se dejo ver un instante, para apoyarme tras la partida de mi madre, para volver a sumirme en el silencio al que recurrió exhausto de mis desplantes y malas formas. Nunca me merecí su aprecio. Demasiado bueno para alguien como yo 

Por todos mis errores, mis malas decisiones y mis miedos (el mayor de todos, la soledad, es una realidad) me veo en el lugar en el que estoy ahora. Sin trabajo ni ingresos (tengo problemas para arreglar el paro ya que tenia un contrato indefinido y la empresa me tiene en una especie de vacío legal durante un año en espera de si vuelve  a salir el proyecto a concurso), sin pareja (yo misma le eche maltratándolo), con unos niños que no me hacen caso (consecuencia de los meses que llevo yo sin apenas mirarlos), sin mi mejor amigo (decepcionado de tanta mentira y promesas incumplidas), sin apenas amigos (las que no se han ido al reino de Hela, los he echado yo con mis tonterías, la ultima de las cuales es no responder a nadie a los mensajes ni llamadas hace más de un meses; solo algún que otro correo, muchos menos de los que me gustaría); sin apenas familia (con mi hermano apenas nos tratamos, a mi madre la he abandonado ahora que llega el verano para irme de vacaciones, mis tías están enfadadas por dejarla tira...); sin ganas de leer ni escribir

Recuerdo haber sido feliz, pero la cague. Recuerdo haber tenido un marido, pero hace muchos años se marchó para no volver, salvo en forma de fantasma incorpóreo. Recuerdo sentir la admiración de mis hijos, pero acabaron conociéndome. Recuerdo haber conocido el más puro amor que pueda existir, pero no lo supe apreciar ni dar el peso que se merecía. Recuerdo haber sido bonita, pero la podredumbre de mi alma traspaso el caparazón y se hizo visible en el exterior. Recuerdo haber tenido la mejor madre del mundo, pero la enfermedad y mi incapacidad de tirar de lo que quedaba de ella se la llevaron por completo. Recuerdo haber tenido grandes amigos, a todos les falle. Recuerdo haber sido una musa para el mejor de los poetas, pero me quite la careta y me vio. Recuerdo las veces que me dijiste te quiero y yo calle, hasta que su voz se silencio y con el sonido se marcho el sentimiento. Recuerdo haber soñado con arcoíris, ahora me aterra cerrar los ojos. Recuerdo haber prometido no hacerte daño y acabar destruyendote y matarme con ello el ultimo resquicio de humanidad...


Querido psicólogo, eres un gran profesional y pienso que aun mejor persona, pero te confundes, mi lugar esta con los morlocks, pero no como un miembro de su sociedad, sino como su fea mascota a la que nadie quiere pero que dan de comer por lastima