miércoles, 6 de enero de 2021

Navidad, dulce Navidad (a veces)

 Las fiestas se acaban, con la sensación de que no han empezado todavía. Ponen fin a un año que seria mejor haberlo pasado en coma. Supongo que no ha sido peor que el de la mayoría, todos de una forma u otra hemos perdido a alguien, todas hemos tenido desgracias a mayor o menor escala... el echo de estar loca no hace que las cosas duelan más, simplemente que es más fácil descompensarse

Además de mi padre y mi amiga falleció otra amiga más, ésta por decisión propia, el miedo a la enfermedad, al confinamiento, a ser una carga, a que su marido hubiera dejado de quererla, a que su hijo no la necesitase... todos esos miedos y muchos más, le crearon el miedo a vivir y decidió que el mundo estaría mejor sin ella aquí. No sabia lo equivocada que estaba

No sé si será telepatía loquil u algo por el estilo, pero el día de su partida estuve rara desde que me levante. Tenía miles de cosas que hacer esa mañana, pero me limite a llevar a los niños (mi madre incluida) al cole (centro de día) y acostarme hasta la hora que tenía que ir al taller a por mi coche y después al médico. Los días anteriores había llamado a mi amiga y charlado durante horas mientras hacia las tareas domesticas, pero en aquel momento solo me apetecía hacer mitosis con mi cama. Si no me hubiera acurrucado bajo las mantas tal vez habría ido antes a por el coche; curiosamente mi amiga vive (vivía) justo encima de dónde me reparan el auto. Iba con el tiempo pegado, así que no la llame, no la invite a bajar, no nos tomamos un café... Debía acudir al medico a por los resultados de una biopsia, que supongo que por suerte, no fue nada, pero no me lo tome demasiado bien de todas formas. Como ya me había organizado para no tener que ir a recoger a los chicos decidí aprovechar mi paseo por el hospital para hacer algo útil, donar sangre

Era entorno a las dos de la tarde, la cita era a las 13:30 y había tenido que esperar un poco y dentro de la consulta me habían estado hurgando y me habían dado los resultados y cita para revisión en seis meses. Me acerque al banco de sangre y rellene el formulario. Una persona muy querida que trabaja en el hospital, de la que ya hablare en otra entrega, también acudió al lugar para ver como me había ido y me hizo ver lo alterada que estaba

Relleno el formulario y pasó a hablar con el enfermero o auxiliar o persona encargada de tomarte la tensión, reformular las preguntas y añadir un par un poco más personales. 

- ¿Tomas medicación? 

- Sí, medicación psiquiátrica. (Al sujeto se le cambia el gesto) 

- ¿Qué medicación?

- Me la cambiaron hacen seis meses y no me acuerdo del nombre, es un antipsicotico familia del Prozac; si me enumera algunos fármacos seguro que lo reconozco.

- Esto no funciona así. Si no te acuerdas es que hace menos

- No, pero mi madre toma mucha medicación y mi hijo (Buenitonto) y me bailan los nombres

- Cuando lo sepa vuelva

- A ver, hay carteles por todo el hospital que necesitáis sangre desesperadamente, con todo esto del covid la gente se acerca menos a donar, aprovechar. (Si, así de surrealista, solo me faltaba arrodillarme para que me dejaran donar)

- Ya volverá otro día igual que ha venido hoy

- No, hoy tenia una cita... Ah, me han sacado un papel con la medicación porque me ha mandado una cosa, pero aun no he empezado a tomarla, así que no afectará. Mi colega está al otro lado de la puerta, se lo pido y así lo sabemos

- Si has venido al hospital por estar enferma no puedes donar.

- No estoy enferma, solo es una revisión y solo me han mandado una crema...

- Señora es evidente que no tiene ajustada la medicación, no puede donar. Si le sacamos sangre se descompasara aun más y puede llegar a ser peligrosa. 

- No estoy descompensada, solo quiero donar, tengo derecho a donar

- Señora váyase o llamare a seguridad...

- Eso es discriminación, me discrimina por estar loca, me considera una ciudadana de tercera que no tiene derecho ni a ayudar a otras personas. Acabo de perder una amiga (no sabia que no era la única) que necesito varias transfusiones, falleció de todas formas, pero esas transfusiones podrían haberles salvado la vida. Mi sangre podría salvar a otras personas y usted las está matando. 

- Le he pedido que se marche

- Asesino, mata enfermes, locofovico...

El hombre abrió la puerta y quien me esperaba intento sacarme de allí mientras yo continuaba gritando al enfermero hasta que lo perdí de vista que empece con la fustigación 

- Los locos somos un desecho humano, estaríamos mejor muertos, no servimos para nada. Mi historial sanitario me ha supuesto la perdida de buenos trabajos. Si estas loco no eres valido para trabajar, no eres valido para tomar decisiones importantes... ya tampoco soy valida para donar sangre...

Me acompaño al coche intentando animarme y sin entender porque reaccionaba así, pese a que el medico me había dado buenas noticias. Y yo tampoco lo entendía, tenia ansiedad, me costaba respirar, solo quería morir 

Pase una tarde muy mala, en la que me limite ha respirar, y nada más. Como una autómata solo hacia los movimientos para los que estaba programada

A la mañana siguiente me pareció ver a mi amiga cuando sacaba a la perra. La llame, pero no respondió. Volví a llamarla y pareció esfumarse. Al llegar a casa, la mande un mensaje, no me respondió. Al medio día la llame y no respondió. Escribí al marido y me llamo para decirme que había saltado el día anterior entorno a las 2 de la tarde... Tal vez lo sentí, tal vez por eso me puse tan mal en el banco de sangre...

Durante varios días, la veía por todas partes, sobre todo en lugares que había estado con ella. Luego desapareció, para regresar durante estas fiestas.


Pero no quería hablar de fantasmas, alucinaciones o improntas; quería hablar de las navidades. 

El año se ha caracterizado por perdidas, ausencias, discusiones, pensamientos negativos y sensación de fracaso. Las navidades han sido iguales. Cene sola (con mi madre) la noche vieja, los niños andaban con la otra familia. Las primeras navidades con mi padre muerto, con mi madre incapaz de reconocerme ni saber cómo llevar la cuchara a la boca y sin niños. Fue difícil, pero no el peor momento de la navidad.

El peor día fue ayer y anteayer, los días en los que de una forma u otra vienen los reyes.

Si alguien me hubiera preguntado en cualquier momento de mi vida con que asociaba la navidad les habría dicho que con el olor a roscón. 

En Madrid vivimos encima de una pastelería, en su momento, probablemente de las mejores pastelerías de la capital. Una se acostumbra y deja de percibir los olores, hasta el punto de que las visitas mencionaban constantemente el aroma a pasteles y bollos, mientras que nosotros no percibíamos nada. Pero eso no ocurría todo el año, en Navidad si olíamos algo, el dulzón olor a roscón que impregnaba todo. Mi casa olía a roscón, la escalera olía a roscón, mi padre olía a roscón. Durante los días previos a reyes, horneaban día y noche cientos de roscones deliciosos, para los que la gente hacia colas de una manzana entera. 

Cada noche, durante aproximadamente una semana, cuando mi padre regresaba del trabajo, cenaba un poco, se aseaba y se bajaba a la pastelería para echar una mano colocando la fruta escarchada o las almendras tostadas para decorar el dulce. Regresaba a casa para dormir una hora y volverse a marchar para su trabajo habitual. Cuando no estaba yo registraba los bolsillos de la bata blanca de pastelero que empleaba y encontraba lo que para mí eran grandes tesoros (las figurillas que esconden en el interior del roscón)

El mejor amigo de mi padre era el dueño de la pastelería, un hombre de una edad similar, muy refinado y culto que vivía en una gran mansión y vestía siempre de forma sofisticada. Yo no entendía esa relación, ya que mi padre había sido pastor, para luego trabajar como carnicero, un hombre casi analfabeto que combinaba zapatos con chandal y con camisa. Pero se entendían y se querían, y siempre siempre que podían se ayudaban 

Cuando mi padre se jubilo siguió bajando a ayudar en esas fechas señaladas. Reservaba tiempo para dormir lo suficiente, pero el resto del día lo pasaba entre hornos, haciendo trabajos de decoración del postre típico de la navidad madrileña. Incluso el año pasado, cuando el cáncer se lo estaba comiendo bajo un par de horas a ayudar (y la broma nos salió cara porque se comió un trozo de fruta escarchada que su estomago no pudo digerir y le supuso una obstrucción de la válvula y un consiguiente ingreso el día de reyes. 

Cuando mi padre murió, los hijos del pastelero se resistían a decírselo, en pleno confinamiento, el hombre estaba preocupado porque no podía ir a ver a su colega. Tan pesado debió ponerse, que su hijo mayor, que había ido a llevarle comida le soltó a bocajarro que ya no había colega al qué visitar, que llevaba muerto dos semanas. El padre lo echo a patadas de su casa porque quería acostarse, no volvió a levantarse. Su hijo nos llamo para decirnos "ya están los dos en el cielo haciendo roscones. No podía dejar solo a su compañero"

Pues eso, eso es lo que he echado más de menos estas navidades el olor a roscón. La escalera olía, la casa de mis padres olía, pero faltaba el olor sobre mi padre. No era el mismo aroma, incluso el sabor era más amargo, venía cargado de tristeza y de sueños rotos.

Durante toda mi vida mi madre fue mi amiga, mi confidente, curiosamente ahora que he perdido a los dos (de mi madre ya solo queda su cuerpo) a quien más echo de menos es a mi padre.  Y aquellas palabras que tanto me desquiciaban, como que me llamase áspera por mi falta de delicadeza, las añoro y ahora me parecen dulces y bellas

Buenas noches, mañana será otro día, mañana será mejor