jueves, 7 de noviembre de 2019

¿Por qué Loca y con mochila?

¿Por qué loca y con mochila

Porque estoy loca y aún así tengo una mochila gigante, una mochila que pesa varias toneladas, una mochila compuesta por cinco personas (algunas solo personitas) y una perra.

Y cuando digo loca no me refiero a las que bailan desnuda bajo la lluvia (qué también lo hago), sino a loca de psiquiátrico, de terapia diaria, de escuchar voces, de creerse sus mentiras, de manías persecutorias, de múltiples personalidades y de llorar más veces al día que horas tiene el mismo. Si haces algo, lo haces bien. ¿Por qué conformarse con un trastorno bipolar pudiendo tener todas las enfermedades mentales que existen?

Con respecto a lo de loca (al menos, por el momento), ya iré profundizando en el tema por si le interesa a alguien (o simplemente para desahogarme). 

En lo referente a la mochila, tengo tres hijos que, por respeto a su intimidad, no llamaré por su nombre. 


El mayor, desde ahora conocido como Chulopiscinas, un preadolescente, se cree el padre de sus hermanos y las hormonas le han puesto en guerra contra todo el universo pero, principalmente, contra mí. 

El segundo, Buenitonto a partir de ahora, es un niño con todos los problemas que supone ser el del medio, multiplicados por quince, a lo que debe sumarse un exagerado concepto de la justicia y de lo que es correcto o no, así como una necesidad patológica de quedar bien delante del adulto. 

El pequeño, CoMALdreja (lamento no poder atribuirme la autoría del nombre), un díablejo que tiene tanto de listo como de pillo, escurridizo y travieso, que cuando no está liándola parda es como una lapa centenaria.

Por otro lado, tengo a mis padres. Él con un cáncer terminal y ella con una demencia que le ha aparecido, de la noche a la mañana, y provoca que siempre quiera bronca y, a veces, ni me reconozca. 

Por último, mi perrita, la carga que menos pesa, pero que a veces también me sobrepasa; por respeto a ella, y en homenaje a un conocido de la familia, la llamaremos Cachuchilla (cacho chucha).

La pregunta es ¿por qué estoy escribiendo esto? Muy sencillo: no tengo presupuesto para pagarme un terapeuta privado y la Seguridad Social no abarca todo lo que me gustaría. Así que va a ser una especie de catarsis... Me desahogo, cuento mis venturas y desventuras y, de paso, intento dar rienda a esa vocación frustrada que tengo que es la de ser escritora.

Pero no estoy sola en el mundo...

Tengo a mi hermano y su familia, me ayudan con mis padres pero, al ser tan inteligente, piensa que tengo algún tipo de retraso profundo o hablo en norcoreano sin subtítulos y me cuenta las cosas a toro pasado, muy despacio y vocalizando mucho. No todos podemos ser multingenieros (teleco, aeronáutico, navales... No recuerdo más, pero solo hay que completar hasta cinco).

También me quedan vari@s buen@s amigos que, por extraño que parezca, aún me soportan e incluso me cuidan a pesar de mis "nitadas" (aplicable a todas esas meteduras de pata o grandes cagadas, propias de mi persona, así como a mí falta de filtro a la hora de expresar las cosas).

Con el papá de los niños y su familia no puedo contar casi para nada (tod@s tenemos nuestras propias miasmas), pero hay buen rollo.

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