miércoles, 9 de junio de 2021

Mentiras y un libro negro, uniformado de verde

 A demás de los toca existe otra manía o rareza que me caracteriza y de la cual no puedo librarme por mucho que lo intente. Miento, miento mucho, aunque no venga a cuento, miento. Aunque no sea necesario, miento. Aunque la mentira me perjudique más que la verdad, miento. Normalmente no son grandes mentiras, solo pequeños embustes que salen de mi boca de forma inconsciente.

Me gustaría poder echarle la culpa a mis voces, a las diferentes personalidades que voy adoptando; me digo a mi misma que no soy mala, que es mi enfermedad la que hace que me comporte así, pero a la hora de la verdad, continuo haciéndolo

Ya digo que son cosas insignificantes, que de forma aislada no tendrían ningún peso, pero todas juntas son una losa, tanto para mí como la persona que está enfrente. 

Por ejemplo, si llego tarde porque salgo tarde, no digo simplemente eso, cuento que ha habido un accidente con cuatro heridos en la carretera y nos han tenido parados dos horas. Si una mamá del cole me dice que no quiere participar en el regalo de las maestras porque les parece que están haciendo muy mal su trabajo, comento en el grupo o bien que no he podido contactar con ella, o que me ha dado el dinero a mi (y yo lo pongo en su lugar) o que en este momento está en una mala situación económica y ese desembolso, por pequeño que sea le supone un gran esfuerzo...

No miento solo para defenderme a mí, también miento para defender a los demás, a todos los demás. Intento mantenerme neutral, con el fin de agradar a todos, pero lo que logro es no gustarme en absoluto y volverme insoportable para El Otro por mi falta de credibilidad y por no pringarme en general.

Esto no tiene nada que ver con lo de ser una boca chancla, que también, pero logro controlar eso a base de mentiras; o más bien, recurro a las mentiras en un intento de no decir las barbaridades e insensateces que se me pasan por la cabeza. 

Sé que no se puede nadar y guardar la ropa, pero yo lo intento, mientras a la vez vigilo a los niños, enseño a nadar a la hija de una amiga y mantengo una conversación trascendental que puede suponer un cambio radical en mi vida. Que consigo, no disfruto del baño, si me quitan la ropa cuando quiera llegar ya se ha largado el ladrón, a los niños le doy una voz, la niña no aprende a nadar y con quien converso se siente ofendido porque no le presto la atención que se merece y requieren las circunstancias. ¿Cómo salgo del paso? Mintiendo. Tranquilos que yo guardo la ropa, tienes toda mi atención, hoy aprende a nadar seguro aunque me tire aquí todo el día. 

Hay mentiras más gordas. Las cuales de tanto repetirlas acabo creyéndomelas, incapacitando para poder recordar o discernir la verdad. 

No soporto que me mientan a mí, pero sin embargo yo no dejo de hacerlo. Ultimamente me han dado de beber mi propia medicina, promesas que no se cumplirán, juramentos en vano, sueños pisoteados. ¿Me lo merezco? Probablemente, pero me gustaría que la gente no fuera tan hija de puta como yo. Quiero creer que yo no puedo evitarlo, pero ¿le pasa lo mismo a los demás? ¿Solo devuelven los golpes o les sale natural?

Lo peor de todo, es que si te pasas la vida diciendo que viene el lobo y no es cierto, el día que viene nadie te cree, nadie te ayuda ni se deja ayudar por ti; ya solo eres una mentirosa, una etiqueta gigante que no deja ver más allá, que no deja ver las otras cosas que eres, ni que esta vez va en serio. 

Tengo un humor de perros, el padre de mis hijos siempre decía que no entendía cómo podían engordar tanto los niños con la lactancia con la mala leche que gasto, me enfado con una facilidad pasmosa. Y de igual forma, me desenfado en un instante. Mal comparado, mi temperamento sería como un pedo, si hay algo que me molesta necesito sacarlo, pero una vez suena el pummm, vuelvo a la normalidad, como si ahí no hubiera pasado nada, como si ese gas nunca hubiera existido. Por eso no suelo ser rencorosa. Vuelvo al punto de partida una vez me he desahogado. Me cuesta aceptar que a otras personas no les pase igual, que cuando la cago, que la cago mucho, no compense lo bueno. 

Las mentiras generan heridas a todo el mundo, incluyendo a quien las dispara. Las personas con sufrimiento psíquico lo sentimos de forma aun más vivida. Cuando sufres paranoias y no sabes reconocer la realidad de lo que es producto de tu mente retorcida, te aferras a algunas personas como a un clavo ardiendo; si de repente deja de ser tu soporte o desmiente algo que ha dicho, todo se tambalea, ya que no tienes la certeza de nada, ni siquiera de si ha sido real. 

A mis rutinas de antes de acostarme he incluido una nueva. Además de lavarme los dientes y andar a oscuras hasta la habitación, para meterme en la cama a tientas, una vez estoy tumbada enciendo la linterna del móvil y leo algunas páginas de un libro negro que se viste de verde esperanza, que habla de sueños y lugares donde la gente no crece, donde las segundas terceras, cuartas y quintas oportunidades existen, un libro que me habla de amor, que intima conmigo cada noche; después vuelvo a la oscuridad, juego con el pulpito mientras canto e intento soñar. Busco con mi imaginación una casa en la playa, niños jugando en la arena, un pozo, una chimenea, una biblioteca enorme que se desparrama por todas las habitaciones, un pecho en el que recostarme y por supuesto el mar. Siempre el mar.

El libro es un libro pequeño y siempre es el mismo, ya esta ajado y maltrecho de tenerlo bajo la almohada y manosearlo cada noche. Da igual las veces que lo haya leído, siempre me dice algo diferente, siempre me aporta algo, siempre me invita a seguir luchando. Hay libros similares, incluso del mismo autor, pero no son lo mismo, este es para mí. Este me dice vales la pena, deja de creerte mierda, aun hay esperanza para ti, no tienes la toalla, eres real, era real. 

La idea con la que convoco a Morfeo como si de un ritual de brujería se tratara, también es el mismo, con los mismos protagonistas. Puede variar las acciones que hacen, pero a grandes rasgos siempre es lo mismo. Pero no hay monotonía en la repetición, hay paz, hay tranquilidad, es decir como desees, es no mas mentiras, nunca más. 

Aunque aun no sea la noche, me dejare arropar por mi fantasía. Buenas noches, mañana será otro día, mañana será mejor. Sueña bonito


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